Junio, 1995 Querida Familia:Lima está cambiadísima e igual que como la dejamos cuando ustedes se fueron a Costa Rica y yo me vine a Cornell. Se siente mucha más confianza y tranquilidad (si bien esa tranquilidad se ve algo tensa por la presencia de militares buscando indocumentados y terroristas vestidos de burgueses, o burgueses vestidos de terroristas, ya ni se sabe). La competencia y la liberalización de tantas cosas, antes del estado, está dando sus frutos-- la competencia en las telecomunicaciones hizo que ahora hayan teléfonos públicos cada dos cuadras (unos de Telefónica del Perú, otros Telepoint), que aceptan tarjetas, monedas, fichas, tarjetas de crédito, de todo--ya encontraron los ambulantes forma de sacarle provecho, y se encuentran tarjetas telefónicas en alquiler en cada esquina... pero todavía se ven los mismos taxis sin piso que luchan mano a mano con las combis asesinas (que cobran 70 céntimos por cabeza, aunque a veces uno se pregunta si es por cabeza que transportan o por cabeza que terminan haciendo rodar en el asfalto...), los mismos carros con timones en todos lados menos donde deberían, el mismo "ay, las leyes de tránsito son para los quedados"... Barranco y Miraflores están lindos, organizados y activos. Cualquier noche de semana las discotecas y bares de Barranco están llenas de gente escuchando desde la música más subterranea salida de las cuevas perdidas de Tacoma, Washington hasta una buena jarana criolla con cajón y cucharas, todo esto servido con piqueo de mariscos y sangría, chela al polo, o vermouth on the rocks. En una especie de confusa amalgama de lo netamente peruano-criollo y lo estereotípicamente extranjero se puede parar uno en el boulevard de Barranco y, comiéndose un sanduche de pavo con salsa criolla y camote frito, ver a un tropel de diez o quince desubicados que, creyendo que se ven muy malos, forman una banda de motociclistas, "malosazos", todos unos duros--un grupín de diez o quince chiquillos que quieren ser rebeldes y desconectarse de la sociedad que no los entiende, todo esto mientras manejan sus suzukis, kawazakis y yamahas que papi les compró y que cuestan más que una casa en Los Olivos... es una especie de extraña muestra de qué poca idea tienen sobre lo que vale la pena. Entonces, estos caligulines de segunda encienden sus motos
rrrrnnn rrrnny se dirigen hacia el parque, a través de la multitud que, Horror! Espanto!, se separa con un pánico apocalíptico como si estuviera alzando los brazos Charlton Heston... y los malosillos atraviesan el boulevard manejando a 5 por hora, y mientras pasan no hago más que orinarme los pantalones, no del miedo si no de la risa que me causan. Es que si lo hubieran visto ustedes también habrían estado muertos de la risa! Era demasiado cómica esa charada tan obviamente importada de quién sabe dónde, sacada de qué-se-yo cuál película de Bronson o Norris o Chocheneger... Mientras pasa esto, la gente sigue en los suyo. Los bares no paran de ofrecer música en vivo con cantantes de moda, bandas y bailes surtidos,
y al cruzar la calle oye uno la cadencia inconfundible, la guitarra sincopada, el cajón y las cucharas que al terminar de tocar El Tamalito dan paso al acordeón sintético que toca (ya por septuagésima sexta vez) La Gota Fría en versión techno-advanced remix
bumh bumh bumh bumhbumhbumh bumh bumh (y estos mismos que se preguntan qué cultura tendrá Morales no saben que los que están más metidos en los matorrales son los ciclistas malosos, que terminaron incrustados en los arbustos del parque al dar una vuelta mal dada). Y mientras todo esto sucede estamos nosotros, sentados en un balcón, disfrutando un peruanísimo Pisco Sour como se debe preparar, y viendo este circo nocturno digno de una película de Stanley Kubrick. El parque de Miraflores por las tardes es otra cosa, muy alejada del inconfundible y culturalmente confundido espectáculo barranquino. Caballos de paso que halan un carruaje de madera negra, brillante como las botas del soldado parado en la esquina, mientras los pintores exponen sus acuarelas (con su inagotable fuente de inspiración, aquella callecita empedrada de Huancabamba, o Quilcatambo, o Collawasi, y aquella cholita con una pollera que cambia de color pero está siempre en la misma posición). Un grupo de música moderno-criolla canta en el anfiteatro, grita Chim Pum Callao y le canta un himno al Alianza Lima, y mientras tanto la gente está sentada en bancas y asientos, nadie en el pasto, conversando alegremente con el guardia, no con temor sino con respeto y amabilidad, porque es del Serenazgo y no de la Policia Nacional. Vé uno al fotógrafo con su cámara de parque (misma que lleva recorridos todos los parques de la ciudad), a un lado suyo el carrito que vende melcocha y champús para los hambrientos criollos, al otro el que vende popcorn para aquellos con paladares más hollywoodenses, un poco más alla el carrito color Alpamayo, con mostrador de fórmica marmolada y con la gigantesca máquina de bronce que prepara capuccino, espresso, caffé latté, capuccino con torani, mismo carrito con caja registradora y vasitos importados en los cuales los vendedores de corbatín y mandil impecable sirven un cafe con la leche todavía espumosa... es verdaderamente lindo lo que se ve en ese parque--tiene que gustarle a uno esa extraña y exótica mezcla de Campos Elíseos con Tacora, esa muy limeña combinación de Monte Rushmore con Cerro San Cristóbal, de Margaret Thatcher con Susy Díaz. No llegué a ver el Centro de Lima en el corto tiempo que estuve allá, y por lo que he oído no ha cambiado mucho (aunque la reorganización de los ambulantes ya pide empadronamiento y carritos color lúcuma). No tuve la oportunidad de ir al interior del país, así que no puedo hablar tampoco de lo que sucede allá de experiencia propia. Lo que sí puedo decir es que si los cambios que se ven en los dos sitios que he descrito comienzan a darse por otras partes de Lima y del Perú el país estará por muy buen camino (por lo menos en apariencia superficial). Si bien es algo inquietante ir a Wong, (pues pareceriá que el objetivo primordial de nuestro exitoso empresario es convencer a los Diez-Canseco Wiese Ricketts Rey de Castro Sullivan--conocidos habitantes de las páginas sociales--y a los aspirantes de clases media-alta y alta que están, efectivamente, viviendo en Mayami, Nuyork o Los Angeles), e ir al Centro Comercial Caminos del Inca es una experiencia del más puro y destilado Mall Culture de los EEUU, no es del todo malo cómo se está adaptando todo este nuevo comercio a la realidad peruana. Y bueno, si con esto poco a poco Lima otra vez llega a ser algo de las epocas vargallosinas del Cream Rica y el mambo del Centro, a lo mejor surja otro escritor que aspire a la presidencia. Los quiero y extraño mucho Juanfe
Combis: Pequeñas camionetas de transporte urbano, que llevan de ocho a diez pasajeros , y que invadieron a Lima como una plaga bíblica al liberalizarse las importaciones y al eliminarse el control gubernamental del transporte público. Los Olivos: Distrito popular limeño, el más jóven y el de más rápido crecimiento en los últimos años. Pisco Sour: El origen del Pisco y del Pisco Sour es otro de esos pleitos muy latinoamericanos que no parecen solucionarse: los chilenos insisten que se inventó en tierras mapochinas, y utilizan el prestigio de sus vinos como evidencia y los conocidos bares de Viña como asidero etílico; los peruanos no se dejan, e insisten que el Pisco viene del lugar donde San Martín desembarcó por primera vez en tierras peruanas, el puerto de Pisco, y que el Sour se lo agregó un famoso cantinero de Ancón (o del Casino de Miraflores, dependiendo a quién se le pregunte). Serenazgo: Policía privada, contratada por el municipio y pagada por los residentes de la zona. Tacora: Tacora es el nombre dado a las primeras cuadras de la Avenida Aviación, zona donde pululan maleantes, pandillas de pirañitas que lo desnudan a uno en plena luz del día, y donde puede uno comprar el espejo del carro que le robaron tres días antes. Susy Díaz: Vedette y actriz de café teatro que consiguió una curul en el Congreso: en esto se ve lo criollo y extranjero de la vida limeña. Aqúi una reseña de la Reuters:
LIMA, April 9 (Reuter) - She campaigned for Congress from the back of a pick-up truck in fishnet stockings, flashing a number 13 painted on her right buttock and handing out condoms in central Lima. Now that she's got the job, nightclub dancer Susy Diaz promises to tone it down.Bueno, como que Fujimori no fue el único que ganó en estas elecciones; ¿se imaginan a la burbujita #1, Susy Díaz, en el congreso de Fujimori, dando un discurso de agradecimiento a sus constituyentes?: "Esteee, you creo que el rol de la mujer tiene que ser respetado porqueee, esteee, cómo era Charly? ah sí, porque las mujeres deberíamos ser iguales a los hombres, estee, no, así no era, aaahhhh, claaaáro, que las mujeres deberíamos ser iguales, como los hombres--pues claro, todo el mundo sabe que los hombres son todos iguales, ¿porqué las mujeres no podemos ser todas iguales también, habrase visto tal descaro? Porque como me digo Sharlyn en los vestidores después del show de anoche, que salió muy bueno por cierto, me dijo Sharlyn, toda dulce ella con su tanguita de lentejuelas, me dijo Susy, sabes que con tu reciente elección a una curul de la legislatura has conseguido una posición de poder desde la cual podrás ejercer alguna forma de influencia sociopolítica sobre nuestras masas, las cuales no han sido sometidas a una formación genero-homogenizante; desde tu bien logrado puesto vas a lograr que se reduzca el nivel de androcentrismo institucional que permea nuestro sistema de gobierno, y yo le conté que sí, que desde el congreso iba a votar para que no se siga homogenizando la leche, porque no puede ser que nos estén haciendo beber toda esa grasa--la descremada es la solución, y también le conté que sí, iba a hacer que cerraran todos esos antros del centro de Lima, lugares de perdición donde dan esas horribles películas con nombres espantosos porque no puede ser que a fines del siglo veintiuno todavía estén dando esa horrible película en la cual el lindo venadito se queda huérfano por los malvados cazadores y que muestren al pobre animalito medio muriéndose... ay, como esperan que nuestros niños reaccionen? Entonces, le dije a Sharlyn que me ofendía que me dijera que le mostrara el curul (ay, Sharlyn nunca pudo decir potito como yo...) a los legisladores con erecciones, porque yo no bailo gratis, me oyeron, y la posición que yo use es mi asunto y no el suyo. Ah, y le recordé a la Sharlyn que sí, definitivamente el ejercicio me está ayudando a controlar las malas influencias que me ocasionan esas masas que cocina Mamama. Gracias! [venia en la cual el shortcito se vuelve chalina y los votantes se sienten de alguna manera recompensados...]" Wong: Cadena de supermercados limeños con una inmensa cantidad de abarrotes importados de EEUU.
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